CONCEPTOS BÁSICOS

— Proceso mediante el cual podemos alcanzar el perdón de nuestros pecados.
— Somos responsables por nuestros actos y debemos responder por ellos. Dios conoce las intenciones de nuestro corazón. Seremos juzgados por nuestras palabras, obras y pensamientos.
— El arrepentimiento requiere un cambio de corazón y es más profundo que simplemente sentir pesar por haber cometido un acto contrario a la voluntad divina.
— La expiación de Cristo ha hecho posible el perdón de los pecados mediante nuestro sincero arrepentimiento, logrando que por su sacrificio la misericordia sobrepuje a la justicia.
— Un arrepentimiento no es completo a menos que:
• Reconozcamos nuestra falta.
• Sintamos un profundo pesar (“tristeza que es según Dios”).
• Confesemos ante Dios nuestro pecado (según la gravedad, ante la Iglesia también).
• Abandonemos completamente el pecado.
• Restituyamos, hasta donde fuere posible, todo lo afectado por el daño causado.
• Llevar una vida recta.

ESCRITURAS

— Hechos 17:30 (2 Ne. 9:23)
— 2 Corintios 7:10
— Mosíah 5:2
— Alma 5:14, 26, 33, 51
— Alma 34:32-36
— Alma 36:13, 17–20
— 3 Nefi 9:22
— Doctrina y Convenios 18:10-14
— Doctrina y Convenios 19:4
— Doctrina y Convenios 58:42-43
— Artículo de Fe 4

CONTENIDO ADICIONAL

“La Expiación tiene un valor práctico, personal y constante; aplíquenlo en su vida. Esto puede hacerse comenzando con algo tan sencillo como la oración. No es que después estarán libres de problemas o errores, sino que podrán eliminar la culpabilidad por medio del arrepentimiento y vivir en paz.”
(élder Boyd K. Packer, “El Toque de la Mano del Maestro”, Liahona, julio 2001, pág. 27)

“Ese mismo poder de decidir con tiempo ejercer la fe y ser perseverantes en la obediencia se aplica a obtener la fe indispensable para resistir la tentación y recibir el perdón. El mejor momento para resistir la tentación es 'anticipadamente', mientras que el mejor momento para arrepentirse es 'ahora'. El enemigo de nuestra alma pondrá pensamientos en nuestra mente para tentarnos. Decidamos con antelación ejercer la fe para expulsar los malos pensamientos antes de actuar llevados por ellos. También podemos decidir actuar con prontitud para arrepentirnos cuando pecamos antes de que Satanás debilite nuestra fe y nos atrape. Siempre es preferible buscar el perdón en el momento mismo a hacerlo posteriormente."
(presidente Henry B. Eyring, “La preparación espiritual: Comiencen con tiempo y perseveren”, Liahona noviembre 2005, pág. 40)

"Para arrepentirnos, debemos tener una fe firme en Cristo. Nuestra fe debe abarcar 'una idea correcta del carácter, de la perfección y de los atributos [de Dios]'' (Lectures on Faith, 1985, pág. 38, citado en Manual para el maestro, Doctrina del Evangelio, Doctrina y Convenios y la Historia de la Iglesia, lección 2, punto 3). Si creemos que Dios sabe todas las cosas, y que es amoroso y misericordioso, entonces nos será posible depositar nuestra confianza en Él sin vacilación para obtener nuestra salvación. La fe en Cristo cambiará nuestros pensamientos, nuestras creencias y nuestro comportamiento que no estén en armonía con la voluntad de Dios.”
“El verdadero arrepentimiento nos lleva de nuevo a hacer lo correcto... El verdadero arrepentimiento bendice nuestra vida con los efectos de la Expiación: sentimos el perdón y la paz de Dios, desaparecen nuestros sentimientos de culpa y de pesar; disfrutamos de la influencia del Espíritu en mayor abundancia y estamos mejor preparados para vivir con el Padre Celestial.”
(presidente Dieter F. Uchtdorf, “El punto de retorno seguro”, Liahona mayo 2007, pág. 99)

“...debemos cambiar todo aquello que forme parte del problema y que nos sea posible cambiar; en suma, debemos arrepentirnos, siendo ésta tal vez la palabra del vocabulario cristiano que contenga más esperanza y aliento. Le agradecemos a nuestro Padre Celestial que se nos permita cambiar. Le agradecemos a Jesús que podamos cambiar, y finalmente lo hacemos sólo con Su ayuda divina. Es verdad que todos nuestros problemas no son el resultado de nuestros hechos; a menudo son la consecuencia de los hechos de otras personas o simplemente las circunstancias comunes de la vida. Pero debemos cambiar todo lo que podamos cambiar, y perdonar lo demás. De esa forma nuestro acceso a la expiación del Salvador queda tan libre de obstáculos como nosotros, con nuestras imperfecciones, podamos lograrlo. Él hará lo demás.”
(élder Jeffrey R . Holland, “Las cosas destrozadas pueden repararse”, Liahona mayo 2006,pág. 69)

“Todo principio y ordenanza del evangelio de Jesucristo es significativo e importante… pero no hay ninguno más esencial para la salvación de la familia humana que el principio divino y eternamente aplicable del arrepentimiento.”
(David O. Mckay, Gospel Ideals, 1953, pág. 13; citado en Doctrina y Convenios, Religión 324–325, Manual para el alumno, pág. 361)

“Aunque el Señor insiste en nuestro arrepentimiento, la mayoría de la gente no siente tal necesidad imperiosa. Consideran que son personas que tratan de ser buenas; esa gente no tiene malos propósitos; sin embargo, el mensaje del Señor claramente indica que todos deben arrepentirse, no sólo de los pecados de comisión, sino también de los pecados de omisión..."
"Por consiguiente, cuando Jesús dijo 'arrepentíos', Él nos pidió que cambiáramos nuestra mente, nuestro conocimiento y espíritu, e incluso nuestro aliento. Un profeta explicó que tal cambio de aliento es respirar con un reconocimiento de gratitud hacia Él que nos concede cada aliento..."
"El arrepentirse por completo es convertirse plenamente al Señor Jesucristo y a Su santa obra..."
"Los frutos del arrepentimiento son dulces. Los conversos arrepentidos se dan cuenta de que las verdades del Evangelio restaurado gobiernan sus pensamientos y hechos, determinan sus hábitos y moldean su carácter.”
(élder Russell M. Nelson, “El arrepentimiento y la conversión”, Liahona mayo 2007,pág. 103)

“La invitación a arrepentirnos rara vez es una reprimenda; es más bien una petición amorosa de que nos demos vuelta y de que nos volvamos de nuevo hacia Dios. Es el llamado de un Padre amoroso y de Su Hijo Unigénito a que seamos más de lo que somos, que alcancemos un nivel de vida mejor, que cambiemos y que sintamos la felicidad que proviene de guardar los mandamientos. En calidad de discípulos de Cristo, nos regocijamos en la bendición de arrepentirnos y en el gozo de ser perdonados. Ellos llegan a ser parte de nosotros, y moldean nuestra forma de pensar y de sentir.”
(élder Neil L. Andersen, “Arrepent[íos]…para que yo os sane”, Liahona noviembre 2009,pág. 40)

OTRAS REFERENCIAS

El Toque de la Mano del Maestro, por el élder Boyd K. Packer, Liahona, julio 2001
El punto de retorno seguro, por el presidente Dieter F. Uchtdorf, Liahona, julio 2001