Ver también BibliaAntiguo Testamento,   Nuevo Testamento,   Doctrina y ConveniosLibro de MormónPerla de Gran Precio

CONCEPTOS BÁSICOS

— Se entiende por escritura cualquier mensaje de Dios dado a los hombres, ya sea en forma escrita o hablada. En un sentido más estricto, la escritura es la palabra de Dios entregada a los hombres a través de Sus siervos autorizados por el poder del Espíritu Santo.
— Muchas veces la escritura es transmitida en forma oral y luego registrada por escrito, bajo inspiración, por los siervos autorizados del Señor.
— Algunas escrituras se han perdido no quedando al presente registro de ellas. Otras han sido reunidas en libros que la Iglesia considera sagrados y que constituyen un registro escrito de las revelaciones de Dios comunicadas al hombre. Al conjunto de esos libros se llama el canon de la Iglesia o los libros canónicos.
— Los libros canónicos de la Iglesia han sido aceptados como tales en Conferencias Generales.
— Los libros canónicos aceptados de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días son: la Biblia, el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio.

ESCRITURAS

— Doctrina y Convenios 68:2-4
— Juan 5:39
— 2 Pedro 1:19-21
— Artículos de Fe 1:9
— Helamán 15:7-8
— Doctrina y Convenios 18:33-36
— Doctrina y Convenios 35:20-21
— Doctrina y Convenios 42:11-17, 56
— 2 Timoteo 3:14–16
— 1 Nefi 19:23
— 2 Nefi 29
— Alma 17:2-3
— Alma 37:3-5, 8-12

CONTENIDO ADICIONAL

“El destino de estas civilizaciones, tal como se registra en las Escrituras, es un testimonio a todo el mundo: si no tenemos la palabra de Dios, o si no la escuchamos ni nos aferramos a ella, nos desviaremos por sendas extrañas y nos perderemos como individuos, familias y naciones.”
“Al igual que una voz que clama desde el polvo, los profetas del Señor claman también en la tierra hoy día: ¡Aférrense a las Escrituras! Afiáncense a ellas, caminen según sus dictados, vivan de acuerdo con sus preceptos, regocíjense en ellas; deléitense en ellas; no sólo les den probaditas. Ellas son 'el poder de Dios para salvación' y nos guiarán de regreso a nuestro Salvador Jesucristo.”
(élder Robert D. Hales, “Las Santas Escrituras: El poder de Dios para nuestra salvación”, Liahona noviembre 2006, pág. 26)

“¡Qué gloriosa bendición! Porque si deseamos hablar con Dios, oramos; y si deseamos que Él nos hable, escudriñamos las Escrituras, porque por medio de Sus profetas recibimos Sus palabras. De modo que Él nos enseñará a medida que prestemos atención a la inspiración del Espíritu Santo."

“Si no han escuchado Su voz hablarles últimamente, diríjanse a las Escrituras con un nuevo enfoque y oídos prestos. Ellas son nuestro salvavidas espiritual."
(élder Robert D. Hales, “Las Santas Escrituras: El poder de Dios para nuestra salvación”, Liahona noviembre 2006, pág. 27)

"Un estudio de las Escrituras fortalecerá nuestros testimonios y los testimonios de nuestros familiares. En la actualidad, nuestros hijos crecen rodeados de voces que los instan a abandonar lo recto y a buscar en su lugar los placeres del mundo. A menos que tengan un firme cimiento del evangelio de Jesucristo, un testimonio de la verdad y la determinación de vivir rectamente, ellos son vulnerables a esas influencias. La responsabilidad de fortalecerlos y protegerlos es nuestra.”
(presidente Thomas S. Monson, “Tres metas para guiarte”, Liahona, noviembre 2007, pág. 118)

“Las Escrituras ensanchan nuestra memoria al ayudarnos a recordar siempre al Señor y nuestra relación con Él y con el Padre. Nos recuerdan lo que sabíamos en nuestra vida premortal, y ensanchan nuestra memoria en otro sentido al enseñarnos acerca de épocas, personas y acontecimientos que no experimentamos personalmente.”
“Dios se vale de las Escrituras para desenmascarar las ideas erróneas, las tradiciones falsas y el pecado con sus devastadores efectos. Él es un padre tierno que desea evitarnos el sufrimiento y el pesar innecesarios, y al mismo tiempo ayudarnos a lograr nuestro divino potencial.”
“Al final, el propósito central de todas las Escrituras es llenar nuestras almas de fe en Dios el Padre y en Su Hijo Jesucristo; la fe en que existen; la fe en el plan del Padre para nuestra inmortalidad y vida eterna; la fe en la expiación y la resurrección de Jesucristo, lo cual da vida a este plan de felicidad; la fe para hacer del evangelio de Jesucristo nuestro estilo de vida; y la fe para llegar a conocer al 'único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien [Él ha] enviado' (Juan 17:3).”
(élder D. Todd Christofferson, “La bendición de las Escrituras”, Liahona mayo 2010, pág. 32)

“A lo largo de las épocas, el Padre Celestial ha inspirado a hombres y mujeres escogidos para encontrar, mediante la guía del Espíritu Santo, las soluciones a los problemas más perplejos de la vida. Él ha inspirado a Sus siervos autorizados a registrar esas soluciones en una especie de manual para aquellos de Sus hijos que tuviesen fe en Su plan de felicidad y en Su Amado Hijo Jesucristo. Nosotros tenemos al alcance esa guía por medio del tesoro que llamamos libros canónicos: el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio.”
“Debido a que las Escrituras se originaron de la comunicación inspirada del Espíritu Santo, son verdad pura. No debemos preocuparnos acerca de la validez de los conceptos que contienen los libros canónicos, dado que el Espíritu Santo ha sido el instrumento que ha motivado e inspirado a esas personas que los han escrito.”
“Las Escrituras son como partículas de luz que iluminan nuestra mente y dan lugar a la guía e inspiración de lo alto. Ellas se convierten en la llave que abre el canal de comunicación con nuestro Padre Celestial y Su Amado Hijo Jesucristo.”
(élder Richard G. Scott, “El poder de las Escrituras”, Liahona noviembre 2011, pág. 6)

"“…sólo el Presidente de la Iglesia… tiene el derecho de recibir revelaciones para la Iglesia, ya sean éstas nuevas o enmiendas de revelaciones anteriores, o para hacer una interpretación autorizada de pasajes de las Escrituras que sea obligatoria en la Iglesia, o que cambie, de alguna forma, las doctrinas actuales de la Iglesia. Él es el único portavoz en la tierra””
(presidente J. Reuben Clark Jr., (véase Edward J. Brandt, “Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles”, Liahona, septiembre de 2001, pág. 37)

“¿Cómo podemos medir [o juzgar] si las enseñanzas de una persona son verdaderas o falsas? Si persona alguna enseña más de lo que enseñan las Escrituras, podemos considerarlo especulación con excepción de un hombre que tiene el derecho de exponer cualquier doctrina nueva, es decir, el único hombre que posee las llaves: el profeta, vidente y revelador que preside en ese elevado cargo. Y nadie más. Si cualquiera otra persona se atreve a exponer lo que afirme ser doctrina nueva, pueden estar seguros de que eso es lisa y llanamente su propia opinión y podrán conceptuarla como tal sea cual sea el cargo que ocupe en la Iglesia. Si contradice algo que está en las Escrituras, podrán conceptuarlo de inmediato de falso. Ésa es la razón por la que llamamos las Escrituras los cuatro Libros Canónicos de la Iglesia. Son el canon por el cual medimos [o juzgamos] toda doctrina, y si se enseña cosa alguna que sea contraria a lo que está en las Escrituras, es falsa. Es así de sencillo.”
(presidente Harold B. Lee, “Viewpoint of a Giant”, pág. 6)

“Todo lo que enseñemos en esta Iglesia debe basarse en las Escrituras. Debe encontrarse en las Escrituras. Debemos escoger los textos [de estudio] de las Escrituras. Si desean medir la verdad, mídanla con los cuatro libros canónicos de la Iglesia, sea quien sea que lo escriba. Si [el concepto] no se encuentra en los libros canónicos, bien pueden dar por sentado que es especulación. Es la propia opinión personal del hombre exponer el concepto de otra manera; y si contradice lo que se expone en las Escrituras, sabrán de ese mismo modo que no es verdadero. Ése es el canon con el cual han de medir toda verdad”
(presidente Harold B. Lee, “Using the Scriptures in Our Church Assignments”, Improvement Era, enero de 1969, pág. 13)

OTRAS REFERENCIAS

“Testigos de la Escrituras”, por élder Russell M. Nelson , Liahona, noviembre 2007, pág. 43
“…mis palabras…jamás cesan”, por élder Jeffrey R. Holland , Liahona, mayo 2009, pág. 91
Antiguo Testamento(I)-Manual de Instituto
Antiguo Testamento(II)-Manual de Instituto
Las Enseñanzas de Cristo y Sus Apóstoles-Manual de Instituto
Doctrina y Convenios-Manual de Instituto
La Perla de Gran Precio-Manual de Instituto

La Santa Biblia (Reina-Valera 2009)
El Libro de Mormón - Doctrina y Convenios - La Perla de Gran Precio