CONCEPTOS BÁSICOS

— El abuso puede manifestarse de varias maneras: maltrato mental, verbal, físico y, sobre todo, de naturaleza sexual.
— Quien ha sufrido de abuso puede sanar por la gracia de Jesucristo.
— Quien ha cometido abuso necesita buscar ayuda y puede alcanzar el perdón por medio del arrepentimiento sincero y abandono del pecado.
— Los padres deben enseñar a sus hijos , de forma apropiada y delicada, el peligro potencial del abuso y cómo evitarlo.

ESCRITURAS

— D y C. 121:37, 41-42
— Santiago 3:2–10
— Efesios 4:29–32
— Mateo 18:6

CONTENIDO ADICIONAL

"La autoridad que preside la familia —ya sea el padre o una madre soltera— se ejerce en relación con los asuntos familiares sin necesidad de obtener autorización alguna de alguien que posea las llaves del sacerdocio. Esa autoridad familiar comprende el dirigir las actividades de la familia, reuniones familiares tales como las noches de hogar, la oración familiar, la enseñanza del Evangelio y aconsejar y disciplinar a los integrantes de la familia. Además, consta de las bendiciones del sacerdocio que dan los padres que hayan sido ordenados."
"Existen culturas o tradiciones en el mundo que permiten que los hombres opriman a las mujeres; sin embargo, no debe haber lugar para semejantes abusos en las familias de la Iglesia de Jesucristo. Recuerden lo que enseñó Jesús: “Oísteis que fue dicho... pero yo os digo...” (Mateo 5:27–28). Por ejemplo: el Salvador contradijo la cultura por medio de Su forma de tratar a la mujer con consideración. Guiémonos por la cultura del Evangelio que Él enseñó."
(Dallin H. Oaks, “La autoridad del sacerdocio en la familia y en la Iglesia”, Liahona, Noviembre 2005 pág. 26, 27)

"Esposos, a ustedes se les ha confiado el don más sagrado que Dios pudiera darles: una esposa, una hija de Dios, la madre de sus hijos, que se ha entregado voluntariamente a ustedes por amor y como alegre compañía. Piensen en las cosas amables que dijeron al cortejarla; piensen en las bendiciones que han dado al colocar tiernamente las manos sobre la cabeza de ella, piensen en ustedes mismos y en ella como el dios y la diosa que inherentemente son, y después mediten en otros momentos caracterizados por palabras frías, mordaces y desenfrenadas. Considerando el daño que se puede causar con nuestra lengua, con razón el Salvador dijo: “No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre”5. El marido que nunca soñaría en golpear a su esposa físicamente, puede quebrarle con la brutalidad de palabras desconsideradas o crueles, no los huesos, pero ciertamente el corazón y el espíritu. En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se condena el maltrato físico de manera uniforme e inequívoca. Si es posible condenar más que eso, nos oponemos de manera aún más enérgica contra todas las formas de abuso sexual. Hoy hablo contra el abuso verbal y emocional de cualquier persona hacia otra, pero en especial, el de los esposos hacia las esposas. Hermanos, esto no debe ser así... Hermanas, en el espléndido espíritu que poseen no hay lugar para expresiones mordaces o ásperas de ninguna clase, ni siquiera los chismes, las murmuraciones o los comentarios venenosos."
(Élder Jeffrey R . Holland, “La lengua de ángeles”, Liahona Mayo 2007 pág 16-17)

“Ya que nuestro Padre Celestial es totalmente justo, tiene que haber una forma de superar las trágicas consecuencias de este uso tan perjudicial del albedrío, tanto para la víctima como para la persona que comete el delito. La cura definitiva se logra por medio del poder de la expiación de Su Amado Hijo Jesucristo, para rectificar la injusticia. La fe en Jesucristo y en Su poder para sanar proporciona a la persona que ha sido víctima de abuso los medios para superar las terribles consecuencias de los actos indignos de otra persona. Cuando se combina con un arrepentimiento total, la Expiación también ofrece a la persona que comete el delito la forma de evitar el castigo riguroso que el Señor ha decretado por esos actos.”
“Al estudiar a conciencia la Expiación y ejercer tu fe en que Jesucristo tiene el poder para sanar, puedes recibir el mismo alivio glorioso. Durante tu camino hacia la recuperación, acepta Su invitación y permite que Él comparta tu carga hasta que tengas suficiente tiempo y fortaleza para ser sanado.”
"Si actualmente eres víctima de abuso, o lo has sido en el pasado, ten el valor de buscar ayuda. Es posible que se te haya amenazado o atemorizado fuertemente para que no reveles el abuso. Ten el valor de actuar ahora mismo; busca el apoyo de alguien en quien puedas confiar.”
“Ahora bien, a la persona que ha destrozado la vida de otra persona por medio del abuso: admite que necesitas ayuda por tu adicción o ésta te destruirá; no la superarás por ti mismo y lo más seguro es que necesites ayuda profesional especializada. Te ruego que procures ser rescatado, ahora mismo... Simplifica tu vida y toma ahora mismo las medidas para purificar tu alma de ese pecado y resolver las consecuencias que provocan. Manifiesta tu deseo de aliviar la angustia que has causado a otras personas. Habla con tu obispo o presidente de estaca. Es posible que la gravedad de tus hechos haga necesario que afrontes el castigo civil y eclesiástico, pero un arrepentimiento completo te brindará el dulce alivio del perdón, una conciencia tranquila y una nueva vida; también brindará alivio a las víctimas de abuso y a sus familias.”
(Élder Richard G. Scott, “Cómo sanar las consecuencias devastadoras del abuso”, Liahona mayo 2008, pág. 40-43)

OTRAS REFERENCIAS

“La lengua de Ángeles”, por élder Jeffrey R . Holland, Liahona, mayo 2007, pág. 16
“Cómo sanar las consecuencias devastadoras del abuso”, por élder Richard G. Scott, Liahona, mayo 2008, pág. 40
LA FAMILIA: Una proclamación para el mundo

Estos materiales pueden ser útiles en la recuperación de la tragedia del abuso:
Gordon B. Hinckley, “Salvemos a los niños”, Liahona, enero de 1995, págs. 64–67;
James E. Faust, “La Expiación: Nuestra mayor esperanza”, Liahona, enero de 2002, págs. 19–22;
Dallin H. Oaks, “Él sana a los que están cargados”, Liahona, noviembre de 2006, págs. 6–9;
Richard G. Scott, “Cómo sanar las trágicas heridas del abuso”, Liahona, julio de 1992, págs. 36–38;
Richard G. Scott, “La confianza en el Señor”, Liahona, enero de 1996, págs. 18–20;
Richard G. Scott, “Paz de conciencia y paz mental”, Liahona, noviembre de 2004, págs. 15–18;
Richard G. Scott, “La Expiación puede asegurar tu paz y tu felicidad”, Liahona, noviembre de 2006, págs. 40–42;
Jeffrey R. Holland, “Las cosas destrozadas pueden repararse”, Liahona, mayo de 2006, págs. 69–71;
“A Conversation on Spouse Abuse”, Ensign, octubre 1999, págs. 22–27;
“El camino injusto del maltrato”, capítulo 28 de Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, Curso de estudio del Sacerdocio de Melquisedec y de la Sociedad de Socorro, págs. 267–273; D. y C. 121:34–46.


 

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